Las condiciones de vida de los trabajadores mineros de Lota Alto durante el siglo XIX eran poco menos que inhumanas, por el hacinamiento y
falta de viviendas adecuadas, condiciones de trabajo inseguras y con alta
incidencia de accidentes laborales, pésimas condiciones de higiene y alta
mortalidad derivada de la silicosis, producto del polvo que respiraban los
mineros. Todo ello, unido al arbitrario sistema de pago en fichas que eran
cambiadas en las pulperías de la Compañía por alimentos y productos de consumo
básico.
Tras grandes demandas por las condiciones paupérrimas de los mineros, El chiflon del diablo empieza a tener grandes problemas, por lo que ya en el siglo XX esta cierra a consecuencia de las condiciones precarias de los mineros de la zona. Tras el cierre de esta misma el desempleo aumenta considerablemente y mas pronto que tarde los habitantes caen en una gran hambruna a causa de la cesantia, lo que posteriormente en el siglo XXI se intentaría mejorar a través de la educación de diversos oficios para los ex mineros y de esta forma poder erradicar la gran pobreza de la zona. Este proyecto se lleva a cabo y en la actualidad Lota es considerado como un patrimonio cultural nacional y los habitantes pueden subsistir gracias a el turismo que se da en el lugar mismo, haciendo uso de la mina el chiflon del diablo en función de una ruta turística guiada por mineros que alcanzaron a trabajar dentro de las fauces del túnel subterráneo.
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